lunes, 29 de noviembre de 2010

Thanksgiving!

El jueves fue el día de acción de gracias, y lo celebramos el viernes. Cada uno llevó algo, y armamos una mesa estilo té club en una de las cocinas (secuestramos una mesa de otro piso). Para la mayoría de nosotros,fue la primera vez, y un excelente recuerdo. Nos paramos alrededor de la mesa, y dijimos algo de lo que estamos agradecidos. Puede que la comida no haya sido muy tradicional por decir lo menos, pero fue un thanksgiving multicultural y delicioso. Entre los platos tuvimos: Noodles coreanos, cornbread (cocinado en una arrocera), un queque de camote con marshmallows, sopa de calabaza, pollo, carne, arroz picante, hotcakes, etc. Por si alguien se lo pregunta, mi aporte fue applesauce (una especie de compota de manzana), y naranjitas bañadas en chocolate (reconozco mi falta de talento para cocinar cosas saladas). Después del festín, con mis amigas vimos una película, pero como habíamos comido tanto, poco a poco nos fuimos quedando dormidas, así que decidimos postergar el final para otro día.

domingo, 28 de noviembre de 2010

5 días en Seúl

Cuando estaba en Chile, decidí que durante el tiempo que pasara aquí, quería conocer Japón, Corea del Sur y China. Por supuesto que algún día quiero ir al sudeste asiático, pero como sólo tenía 3 períodos de minivacaciones, pensé que sería mejor conocer estos tres países.

Una noche, mientras procrastinaba viendo precios de vuelos dentro de Japón, teniendo en mente las vacaciones de navidad, se me ocurrió ver cuanto costaban los vuelos a Seúl, y para mi sorpresa, costaban lo mismo que ir a Kyoto! Así que sin pensarlo dos veces, los compré. Tengo una amiga coreana que estudia en Seúl, y después de que le conté que iba a ir, se pasó un día entero planificando mi viaje! Me mostró con un programa los lugares a los que iba a ir, me dijo las estaciones de metro que tenía que usar, comidas ricas que comer, tiendas entretenidas que visitar, etc. En conclusión, fue una increíble ayuda y un amor. Entre sus recomendaciones y las de mis otras compañeras coreanas, nos armamos un viaje entretenidísimo y a nuestra medida.

Desde el momento en que llegamos al aeropuerto, nuestra hada madrina empezó a trabajar. Cuando llegamos al avión, nos hicieron pasar a la izquierda en vez de a la derecha, y yo pensé: que raros son los aviones asiáticos! Pueden imaginarse nuestras caras cuando vimos que, además de tener los asientos de la ventana, estábamos en business!!! Nuestras voces subieron unos cuantos tonos (es decir, nos pusimos agudas), y nos reímos como niñas. Creo que todos podían ver que no pertenecíamos allí, pero no nos importaba en lo absoluto.

Una vez en el aeropuerto, y después de recibir las instrucciones del encargado de ayudar a los turistas, tomamos el metro. El metro era nuevo y amplio, y nos pasó algo curioso y chistoso a la vez (quizás un poco peligroso también). Estábamos sentadas en un set de tres asientos, y el del medio estaba desocupado, así que un señor se sentó ahí. Me sonrió, mostró una lata de té de limón (en Asia venden latas de té y café caliente), e hizo señas de querer regalármela. Yo, como fui educada con el "no recibas regalos de extraños" dije no, no, no... pero insistió tanto que no me quedó otra que decir que sí. La abrí, y la probé, y era rico! Se la pasé a mi amiga, y también le gustó. Después nos dio dulces, e intentó conversar un poco (tenía un amigo que hablaba inglés). Como se bajó antes que nosotras, no hubo razón para asustarse, y se convirtió en un ejemplo de la amabilidad de los coreanos.

Nuestra hostal pertenecía a Hostelling international, y se llamaba "Seoul youth hostel". Quedaba en el centro centro de la ciudad, en el mismo cerro que la torre de Seúl. Obvio que nos perdimos buscándola, y subimos por el camino equivocado con todos nuestros bolsos (que por suerte no eran taaan pesados). Después de vagar por media hora, llegamos a la hostal, que más que hostal, era un hotel! El edificio era grande, limpio, con ascensor, wifi y comedor. Las piezas eran para 10 personas, pero las camas eran de plaza y media, y cómodas. Teníamos un locker con llave, y los baños, aunque con duchas comunes (sin cortina de baño!) siempre estaban desocupados cuando nos íbamos a bañar.

Como para cuando terminamos de desempacar ya se había hecho de noche, decidimos comer en Myeongdong, barrio comercial que quedaba a cinco minutos caminando. Comimos una hamburguesa porque era la primera noche y preferimos irnos a la segura. El problema fue que tenía una salsa dulce que no esperábamos encontrar en una “bacon cheeseburger”. Después tomamos un helado en “Cold Stone”, una heladería americana exquisita, a la que me hice adicta en Japón.

El segundo día comimos un desayuno almuerzo en “Paris Baguette”, una panadería que encuentras en prácticamente cada esquina de Seúl. Después fuimos a ver palacios. Primero pasamos a Gyeongbokgung, y llegamos justo para ver el cambio de guardias!!! Como no teníamos mucho tiempo, decidimos no entrar al palacio, por lo que después de la ceremonia, nos fuimos a Changdeokgung, el palacio que mi amiga me dijo era el más bonito. Y lo era. Como mi hada madrina es trabajólica, esta vez también llegamos justo a la hora del último tour por el jardín prohibido (sólo hay dos tours por día, y no puedes ir al jardín sin guía). Como aquí es otoño, los colores eran maravillosos. El jardín estaba regado de antiguos edificios donde los emperadores y nobles pasaban el tiempo pensando y disfrutando de la hermosa vista que ofrecían los árboles y las lagunas. En la noche, volvimos a Myeongdong y esta vez comimos en un restaurante coreano una sopa exquisita, y una tortilla típica.

El tercer día fue lejos el más agotador. Tomamos desayuno en uno de los numerosos cafés que abundan en Seúl, “Caffé bene”. Comimos waffles, y eran deliciosos! Junto a las panaderías francesas y los cafés, los waffles parecen estar entre los favoritos de los coreanos, y me alegro, porque nunca había comido waffles tan ricos. Después tomamos el metro al barrio universitario de “Ewha Women’s University”, la universidad de mi amiga. Almorzamos en un restaurante italiano que tenía una versión de los platos un poco más picante que la que acostumbramos comer, pero mi ensalada estaba rica. Vagamos por las tiendas dos horas, y después fuimos a ver la universidad. Hasta ahí, todo bien. Como no estábamos cansadas, decidimos subir esa noche a “Seoul Tower”, una torre que está en la cima del cerro, y desde la cual se puede ver todo Seúl. Al principio no era muy difícil, me recordó a las veces que subíamos el cerro san Cristóbal los domingos, pero luego empezaron las escaleras, y nunca terminaron! Subíamos y subíamos, pero siempre habían más. Cuando por fin llegamos, estábamos medio muertas, pero, nuevamente, mi hada madrina hizo su tarea, y cinco minutos después empezó el show de luces que cuenta la historia de la torre. Subimos al mirador, y la vista era preciosa.

Nuestro cuarto día estuvo marcado por dolor muscular. Subir el cerro con mal estado físico tiene sus consecuencias, y en nuestro caso, fueron dolorosas. Caffé bene se convirtió en el lugar definido para nuestros desayunos (el del hotel se servía de 7.30 a 8.30), y después de nuestros rutinarios waffles, partimos a Insa Dong, el barrio de las antigüedades. Todas las tiendas eran interesantes, y tuve que ejercitar gran auto control para no comprar cosas innecesarias. Además de artesanías, vendían dulces y comida callejera típica. El dulce que más me gustó se llama Honey Strings, y mientras lo hacían, cantaban su historia y procesamiento. Compré una caja, y recibí un “I love you”! Me fui pensando: que tienda más agradable (mi amiga francesa compro en otra, y recibió un “Je t’ame”). Para variar, en la noche cenamos en Myeongdong Bulgogi, la parrillada coreana que en Japón se conoce como Yakiniku. Es carne cortada finísima, marinada y asada por los comensales en la parrilla que está al centro de la mesa.

El quinto y último día lo pasamos en el mall Coex (después de desayunar en Caffé bene por supuesto). Dando vueltas por ahí encontré las maletas que había estado buscando en Chile, Estados Unidos y Japón (Samsonite fucsia), y como mi maleta se rompió cuando llegué a mi dorm, decidí comprarlas. Eso, junto a mis orejeras (mis orejas se estaban agrietando por el frío), fue lo único que compré en el mall. El resto del día se fue entre la cena y hacer las maletas, tomar el metro y llegar a nuestro hotel. El vuelo partía el día siguiente a las ocho, por lo que teníamos que estar en el aeropuerto a las 6. Como el otro hotel quedaba a 1.30 minutos del aeropuerto, no era factible pasar la noche allí. El nuevo hotel quedaba a 10 minutos, y el transfer era gratis.

Una pequeña parte de mí mantuvo la esperanza de un nuevo upgrade hasta el último minuto, pero obviamente cosas así no pasan dos veces en el mismo viaje. Llegamos a Fukuoka cansadas, pero felices, y agradecidas de haber tenido la suerte de conocer Seúl, la capital de Corea del Sur (y de haber vuelto horas antes del ataque Norcoreano).

lunes, 15 de noviembre de 2010

Aviones, Buses y Trenes

Hoy me llegó un mail de Korean Air, la aerolínea en la que viajaré a Seoul. Mi vuelo cambió de horario, pero por suerte, el cambio no me perjudica. Es muy emocionante tener la oportunidad de viajar, y aunque sólo tengo 5 días de vacaciones, decidí aprovecharlos al máximo. Muchas veces me ha pasado que organizo un paseo en grupo, pero no puedo hacer nada hasta que todos están de acuerdo, y por lo general cuando llega el momento de actuar, terminamos no haciendo nada porque los que más se demoraron en decidir se arrepintieron, y en el entretanto los precios subieron. Es por eso que esta vez compré mis pasajes y organicé mi viaje primero, y los que también querían ir, se fueron sumando después. Si de verdad quieres hacer algo, tienes que hacerlo, y siempre vas a encontrar otra gente en el camino que quiere hacer lo mismo que tú.

Este semestre tenemos alrededor de 12 días de vacaciones en navidad. Año nuevo en Japón es una fecha importantísima, y ya que tengo ganas de viajar todo lo que pueda, le conté a mis amigas que estaba planeando pasar navidad en Kyoto, y año nuevo en Tokyo. Como mientras con mayor anticipación se compren, más baratos son los pasajes y las hostales, hoy compramos nuestros pasajes! Vamos a pasar en Kyoto seis días, y en Tokyo otros seis. Desde Fukuoka a Kyoto, y desde Kyoto a Tokyo nos vamos en bus, porque es más barato y no tan incómodo (viajamos de noche). Para el tramo Tokyo-Fukuoka decidimos viajar en tren, porque es casi el mismo precio que el bus, pero en vez de 16 horas, son sólo alrededor de 5. Me encanta la idea de viajar en tren, porque puedes disfrutar del paisaje, y me recuerda a las veces que viajé en el ya extinto tren al sur. Si bien también me encanta volar, el sistema de trenes de Japón es increible, limpio, rápido y confiable. Y lo mejor, es que al recorrer el tramo Tokyo-Fukuoka puedes ver cerca de la mitad de Honshu, la isla principal de Japón.

sábado, 13 de noviembre de 2010

De la torpeza y otros males

El clima de este año fue poco común. El verano fue extremadamente caluroso (en septiembre hubo días con 39ºC y 85% de humedad) y largo, y de verano pasamos inmediatamente a invierno. Un día hacían 28ºC con humedad relativamente alta, y al día siguiente, 10ºC y aire seco. La verdad es que nunca antes me había fijado de lo agradable que es el clima en Santiago... Nuestro promedio en verano es cercano a 33ºC sin humedad, y en invierno nos morimos de frío si hacen 6ºC. Si bien en ocasiones el clima se vuelve un poco loco (como hace unos días que escuché que llovió torrencialmente en medio de la primavera), deberíamos agradecer todos los días el hecho de que sólo una o dos veces por verano superamos los 36ºC, o bajamos de los 2ºC en invierno.

Hace un mes, me caí y creí que me había torcido el tobillo. Estaba hinchado y me salió un moretón. Mis amigas, a las que conocía hacía poco más de una semana en ese entonces, me cuidaron y me regalonearon harto esos días. Me traían comida, se quedaban en mi pieza para ver películas conmigo, y en general, se portaron un siete. Después de eso y de unos cuantos cortes en los dedos, me gané el título de ser un peligro para mi misma. No me dejaron manejar cuchillos ni acercarme mucho a ciertos lugares por un buen tiempo, y la fama de torpe quedó para siempre (de hecho, la nueva forma de referirse a los accidentes es: "pulling a sofi").

La semana pasada me empezaron a salir granitos que picaban. Al principio pensé que era una reacción alérgica al exceso de picaduras de mosquitos que había sufrido durante el último mes (al parecer soy uno de sus platos favoritos), pero poco a poco empezó a expandirse hasta volverse insoportable, momento en que decidí ir al doctor. Una vez en el consultorio, aproveché de mostrarle mi tobillo, que todavía estaba un poco hinchado, y después de examinarme me dijo que no me lo había torcido, sino que me había fisurado un huesito... yay! Por suerte, se sanó solo, y se supone que se demora seis semanas en estar completamente sano. Los granitos son una reacción de mi cuerpo a los cambios bruscos de temperatura y humedad, y el diagnóstico fue urticaria (lo que mi profesor de matemáticas decía que le daba después de ver nuestras pruebas).

En conclusión, soy una fallada. Una cosa interesante que aprendí, es que las cremas humectantes no humectan la piel! Crean una capa que evita que la piel se deshidrate por evaporación! Quizás todos sabían eso, pero yo no tenía idea. Así que la verdadera humectación está dada por el volumen de líquido que consumes al día más que por la cantidad de cremas que te pones... A tomar agua se ha dicho.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tim Tam

Sí, suena como un programa para niños, pero no lo es (aunque supongo que su público objetivo sí son niños...)

En el kaikan (o dorm) nos juntamos todas las tardes en mi cocina y cocinamos. A veces hacemos algo entre todas, y otras, cada una cocina su propia comida, pero siempre tratamos de hacerlo al mismo tiempo para así poder comer juntas.

El martes, decidí probar a hacer por primera vez una receta de mi amiga islandesa: pollo con una salsa de mantequilla de maní, leche de coco, curri, ajo y pimienta. Como no tiene mucho sentido cocinar ese plato para una sola persona (la leche de coco hay que usarla de inmediato), invité a mis amigas a comer. Irónicamente, mi amiga islandesa quería que le enseñara a hacer hamburguesas (porque hice el sábado y le gustaron mucho), así que mientras ella me enseñaba su receta, yo le enseñaba la mía.

Fuimos en grupo al supermercado, donde hay una tienda maravillosa llamada Kaldi. Es nuestro sueño y nuestra perdición económica a la vez. Básicamente vende todo tipo de productos comestibles de otros países, desde la elusiva nutella, hasta aceitunas españolas y vino chileno. Fue en ese trágico instante en que Claudia, una amiga alemana, vio estas galletas australianas que había comido en Nueva Zelanda, y decidió comprar un paquete.

Después de comer, nos ofreció té, y nos mostró la forma adecuada de comerlas. Muerdes los extremos opuestos, pones la mitad de la galleta en el té (o chocolate caliente, café, leche, etc) y la usas como bombilla para tomar tu bebida hasta que ya no puedes sacar más liquido porque la galleta se está derritiendo. Rápidamente la sacas de la taza, la pones en tu boca, y voilá! Eres una nueva adicta.

Supongo que lo que tienen de especial, además de ser muy ricas, es que comerlas es entretenido, y aún más si las comes acompañada. Algunas personas no pueden tomar, a otras les cae chocolate en la polera, y todos se vuelven risueños gracias al exceso de azúcar. Y sí, después de probarlas gasté alrededor de una hora en el computador, viendo si las vendían en Chile, y no, no las venden (snif, snif).

Esta foto la saqué de: http://www.flickr.com/photos/superhoop/2858468471/

martes, 9 de noviembre de 2010

Sumo O.o

Mi programa de intercambio organiza frecuentemente paseos a templos, termas, y eventos que son considerados una parte fundamental de la cultura japonesa. El programa está especialmente diseñado para que todos los alumnos que quieran, tengan la oportunidad de disfrutar de estos paseos por un precio muy bajo, y en ocasiones, gratis. Es por ello que los lunes no tenemos clases, y los paseos son ese día, o de domingo a lunes si vamos a un lugar más lejos.

El Sumo, como muchos de ustedes saben, es el deporte nacional de Japón. Todo buen estudiante de intercambio debe ir a ver por lo menos un partido durante su estadía en el país. Por lo tanto, a las 7.45 a.m estaba sentada en el bus. Nos pasaron una guía con la historia del sumo, y sus reglas, guía que por supuesto nadie leyó. Creo que todos teníamos sueño y el bus estaba calentito asi que más de alguien se quedó dormido, aunque el viaje fue corto. Una vez que nos bajamos del bus, el profesor nos informó que éramos la generación de JTW (mi programa) más afortunada hasta el momento, ya que ese día iba a asistir al entrenamiento Hakuhō Shō, un famosísimo luchador de sumo.

El lugar donde entrenaban los luchadores era muy frío, porque se supone que entrenar en condiciones difíciles es mejor. Como era una día especial debido al invitado de honor, había muchos periodistas que sacaban fotos y supongo que despúes del entrenamiento lo entrevistarían.

Creo que ver sumo es algo definitivamente impresionante, y ahora tengo el poder de sorprender y ser envidiada por cualquier japonés si le cuento que vi, en vivo y de muy cerca, una pelea de Hakuo Sho.


domingo, 7 de noviembre de 2010

Hot Air Balloon Fiesta!!!

El miércoles la universidad nos llevó a un festival de globos de aire caliente. Era un día feriado y nos vinieron a buscar a las 10.30 a.m. Mentiría si dijera que una pequeña parte de mí no quería que amaneciera nublado y pronosticaran lluvia, para así no tener que levantarme a las 9 de la mañana. Pero el día amaneció perfecto. Con un sol resplandeciente y cielo despejado, partimos.

Después de parar en un servicentro para comprar comida y pasar al baño (bendito starbucks que se encuentra hasta en medio de la nada en Japón), llegamos al festival. Si bien desde el bus el sol se veía amenazadoramente caluroso, más que sol de otoño era sol de invierno. Y como en la mañana el día se veía tan lindo, obvio que llevé menos abrigo del que debía. Una vez allá, vimos como uno a uno los globos eran inflados (y para nuestra sorpresa, desinflados también!). Ya que la carrera de globos estaba programada para las tres, teníamos alrededor de dos horas para pasear por los puestos de comida, juguetes y artesanías varias.

Como despúes de vivir dos meses aquí se empieza a echar de menos la comida familiar, me fui a la segura y elegí gyosas. Entre los favoritos de mis compañeros se encuentran: okomiyaki, takoyaki y yakisoba, ejemplos de comida japonesa que no se encuentra en Chile.

Desde las tres a las cuatro esperamos que empezara la carrera de globos. El frío era tal, que con mis amigas hicimos un círculo de calor humano y la que tenía más frío se ponía al centro. Cuando ya era obvio que no iba a haber carrera alguna (el viento era muy fuerte), nos rendimos, compramos chocolate caliente y nos devolvimos al bus.

Si bien no hubo carrera, tuvimos la oportunidad de ver los globos gigantes, comer comida rica, ver artesanías y disfrutar de bellos paisajes desde el bus.