domingo, 28 de noviembre de 2010

5 días en Seúl

Cuando estaba en Chile, decidí que durante el tiempo que pasara aquí, quería conocer Japón, Corea del Sur y China. Por supuesto que algún día quiero ir al sudeste asiático, pero como sólo tenía 3 períodos de minivacaciones, pensé que sería mejor conocer estos tres países.

Una noche, mientras procrastinaba viendo precios de vuelos dentro de Japón, teniendo en mente las vacaciones de navidad, se me ocurrió ver cuanto costaban los vuelos a Seúl, y para mi sorpresa, costaban lo mismo que ir a Kyoto! Así que sin pensarlo dos veces, los compré. Tengo una amiga coreana que estudia en Seúl, y después de que le conté que iba a ir, se pasó un día entero planificando mi viaje! Me mostró con un programa los lugares a los que iba a ir, me dijo las estaciones de metro que tenía que usar, comidas ricas que comer, tiendas entretenidas que visitar, etc. En conclusión, fue una increíble ayuda y un amor. Entre sus recomendaciones y las de mis otras compañeras coreanas, nos armamos un viaje entretenidísimo y a nuestra medida.

Desde el momento en que llegamos al aeropuerto, nuestra hada madrina empezó a trabajar. Cuando llegamos al avión, nos hicieron pasar a la izquierda en vez de a la derecha, y yo pensé: que raros son los aviones asiáticos! Pueden imaginarse nuestras caras cuando vimos que, además de tener los asientos de la ventana, estábamos en business!!! Nuestras voces subieron unos cuantos tonos (es decir, nos pusimos agudas), y nos reímos como niñas. Creo que todos podían ver que no pertenecíamos allí, pero no nos importaba en lo absoluto.

Una vez en el aeropuerto, y después de recibir las instrucciones del encargado de ayudar a los turistas, tomamos el metro. El metro era nuevo y amplio, y nos pasó algo curioso y chistoso a la vez (quizás un poco peligroso también). Estábamos sentadas en un set de tres asientos, y el del medio estaba desocupado, así que un señor se sentó ahí. Me sonrió, mostró una lata de té de limón (en Asia venden latas de té y café caliente), e hizo señas de querer regalármela. Yo, como fui educada con el "no recibas regalos de extraños" dije no, no, no... pero insistió tanto que no me quedó otra que decir que sí. La abrí, y la probé, y era rico! Se la pasé a mi amiga, y también le gustó. Después nos dio dulces, e intentó conversar un poco (tenía un amigo que hablaba inglés). Como se bajó antes que nosotras, no hubo razón para asustarse, y se convirtió en un ejemplo de la amabilidad de los coreanos.

Nuestra hostal pertenecía a Hostelling international, y se llamaba "Seoul youth hostel". Quedaba en el centro centro de la ciudad, en el mismo cerro que la torre de Seúl. Obvio que nos perdimos buscándola, y subimos por el camino equivocado con todos nuestros bolsos (que por suerte no eran taaan pesados). Después de vagar por media hora, llegamos a la hostal, que más que hostal, era un hotel! El edificio era grande, limpio, con ascensor, wifi y comedor. Las piezas eran para 10 personas, pero las camas eran de plaza y media, y cómodas. Teníamos un locker con llave, y los baños, aunque con duchas comunes (sin cortina de baño!) siempre estaban desocupados cuando nos íbamos a bañar.

Como para cuando terminamos de desempacar ya se había hecho de noche, decidimos comer en Myeongdong, barrio comercial que quedaba a cinco minutos caminando. Comimos una hamburguesa porque era la primera noche y preferimos irnos a la segura. El problema fue que tenía una salsa dulce que no esperábamos encontrar en una “bacon cheeseburger”. Después tomamos un helado en “Cold Stone”, una heladería americana exquisita, a la que me hice adicta en Japón.

El segundo día comimos un desayuno almuerzo en “Paris Baguette”, una panadería que encuentras en prácticamente cada esquina de Seúl. Después fuimos a ver palacios. Primero pasamos a Gyeongbokgung, y llegamos justo para ver el cambio de guardias!!! Como no teníamos mucho tiempo, decidimos no entrar al palacio, por lo que después de la ceremonia, nos fuimos a Changdeokgung, el palacio que mi amiga me dijo era el más bonito. Y lo era. Como mi hada madrina es trabajólica, esta vez también llegamos justo a la hora del último tour por el jardín prohibido (sólo hay dos tours por día, y no puedes ir al jardín sin guía). Como aquí es otoño, los colores eran maravillosos. El jardín estaba regado de antiguos edificios donde los emperadores y nobles pasaban el tiempo pensando y disfrutando de la hermosa vista que ofrecían los árboles y las lagunas. En la noche, volvimos a Myeongdong y esta vez comimos en un restaurante coreano una sopa exquisita, y una tortilla típica.

El tercer día fue lejos el más agotador. Tomamos desayuno en uno de los numerosos cafés que abundan en Seúl, “Caffé bene”. Comimos waffles, y eran deliciosos! Junto a las panaderías francesas y los cafés, los waffles parecen estar entre los favoritos de los coreanos, y me alegro, porque nunca había comido waffles tan ricos. Después tomamos el metro al barrio universitario de “Ewha Women’s University”, la universidad de mi amiga. Almorzamos en un restaurante italiano que tenía una versión de los platos un poco más picante que la que acostumbramos comer, pero mi ensalada estaba rica. Vagamos por las tiendas dos horas, y después fuimos a ver la universidad. Hasta ahí, todo bien. Como no estábamos cansadas, decidimos subir esa noche a “Seoul Tower”, una torre que está en la cima del cerro, y desde la cual se puede ver todo Seúl. Al principio no era muy difícil, me recordó a las veces que subíamos el cerro san Cristóbal los domingos, pero luego empezaron las escaleras, y nunca terminaron! Subíamos y subíamos, pero siempre habían más. Cuando por fin llegamos, estábamos medio muertas, pero, nuevamente, mi hada madrina hizo su tarea, y cinco minutos después empezó el show de luces que cuenta la historia de la torre. Subimos al mirador, y la vista era preciosa.

Nuestro cuarto día estuvo marcado por dolor muscular. Subir el cerro con mal estado físico tiene sus consecuencias, y en nuestro caso, fueron dolorosas. Caffé bene se convirtió en el lugar definido para nuestros desayunos (el del hotel se servía de 7.30 a 8.30), y después de nuestros rutinarios waffles, partimos a Insa Dong, el barrio de las antigüedades. Todas las tiendas eran interesantes, y tuve que ejercitar gran auto control para no comprar cosas innecesarias. Además de artesanías, vendían dulces y comida callejera típica. El dulce que más me gustó se llama Honey Strings, y mientras lo hacían, cantaban su historia y procesamiento. Compré una caja, y recibí un “I love you”! Me fui pensando: que tienda más agradable (mi amiga francesa compro en otra, y recibió un “Je t’ame”). Para variar, en la noche cenamos en Myeongdong Bulgogi, la parrillada coreana que en Japón se conoce como Yakiniku. Es carne cortada finísima, marinada y asada por los comensales en la parrilla que está al centro de la mesa.

El quinto y último día lo pasamos en el mall Coex (después de desayunar en Caffé bene por supuesto). Dando vueltas por ahí encontré las maletas que había estado buscando en Chile, Estados Unidos y Japón (Samsonite fucsia), y como mi maleta se rompió cuando llegué a mi dorm, decidí comprarlas. Eso, junto a mis orejeras (mis orejas se estaban agrietando por el frío), fue lo único que compré en el mall. El resto del día se fue entre la cena y hacer las maletas, tomar el metro y llegar a nuestro hotel. El vuelo partía el día siguiente a las ocho, por lo que teníamos que estar en el aeropuerto a las 6. Como el otro hotel quedaba a 1.30 minutos del aeropuerto, no era factible pasar la noche allí. El nuevo hotel quedaba a 10 minutos, y el transfer era gratis.

Una pequeña parte de mí mantuvo la esperanza de un nuevo upgrade hasta el último minuto, pero obviamente cosas así no pasan dos veces en el mismo viaje. Llegamos a Fukuoka cansadas, pero felices, y agradecidas de haber tenido la suerte de conocer Seúl, la capital de Corea del Sur (y de haber vuelto horas antes del ataque Norcoreano).

2 comentarios:

  1. Uuuh... Rico desayuno! Veo que has seguido la dieta al pie de la letra!!!
    Bacán tu viaje!!! Qué envidia!!!!

    ResponderEliminar
  2. Hola!! interesante tu artículo! me lo guardo para cuando vaya en abril a Corea! Por cierto! yo viajé en business dos veces gratis en el mismo viaje! Por lo que te digo que 2 veces sí puede pasar jaja

    ResponderEliminar